lunes, 17 de noviembre de 2008

Rila

Hace cuatro fines de semana, aprovechando que Pablo (el novio de Pepa, becaria de informática) estaba en Sofía decidimos ir al lugar turístico más visitado de Bulgaria (después de Sofía): el Monasterio de Rila (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983).



En Monasterio de Rila se sitúa a unos 117km. al sur de Sofía, y está espectacularmente enclavado en el profundo valle del río Rilski rodeado de varias montañas a modo de muros vegetales que forman el Macizo de Rila, a 1.147 metros sobre el nivel del mar.



La época en la que fuimos, el comienzo del otoño en Bulgaria, no hizo más que confirmar lo especial de las sensaciones que el visitante va experimentando según se va acercando al lugar. Estas sensaciones nada tienen que ver con lo espiritual o lo religioso del lugar, que para la gente que se dedique a ello (en especial los cristianos ortodoxos) lo es, simplemente los colores, tamaño y espesor de los árboles, así como la majestuosidad de esas altas montañas aparecidas de la nada y una cierta neblina surgida durante todo el día confieren un halo de misterio y magia al lugar ya de por sí, leyendas religiosas al margen.





San Juan de Rila (876d.C.-946d.C) fue un monje ortodoxo que convirtió las montañas de Rila como su eremitorio huyendo del politiqueo del clero su tiempo y de la relación de éste con la aristocracia. Según cuenta la leyenda surgida a partir de testimonios de pastores y cazadores, Juan de Rila vivía en las circunstancias más sencillas y humildes, en pequeñas cuevas sin apenas luz. El misticismo de este personaje provocó que muchas personas fueran a su encuentro en un principio en busca de “asesoramiento” espiritual, más tarde buscando curación a enfermedades y bendición a sus almas. La leyenda de Juan de Rila fue creciendo hasta tal punto que eran varias las personas que, convencidos por el estilo de vida del ermitaño y con los rumores de milagros, imitaron a este personaje y le acompañaron en su eremitorio. La comunidad de monjes se hizo tan numerosa que decidieron comenzar a construir lo que hoy es el actual Monasterio de Rila.



Juan de Rila fue canonizado tras su muerte y es considerado un símbolo por los cristianos ortodoxos que cada año visitan los restos de este personaje en el Monasterio que él creó. La iglesia venera a San Juan de Rila por haber extendido el cristianismo en la península balcánica, es venerado por las iglesias Ortodoxas de Bulgaria y Grecia, así como las de Rusia, Ucrania, Serbia y Rumania.

El Monasterio es una obra de arte en sí. La arquitectura, las formas y los colores parecen negar la evidencia que lo que este edificio representa: un lugar sagrado, de hecho parece sacado de una serie de dibujos animados. La alegría de los colores así como la redondez de sus arcos convierten a este monasterio en algo estéticamente muy atractivo. Son también curiosos la cantidad de dibujos que se encuentran entre los arcos y los muros.
















La muchedumbre deslució algo la visita, sobre todo la fotografía, pero una vez escrutamos cada pared, cada fresco y cada recoveco decidimos volver hacia Sofía, no sin antes hacer parada (que no fonda) en un restaurante en el bosque a solo 5kms del monasterio. Allí nos sorprendió un camarero búlgaro que hablaba muy bien español ¡con solo 3 meses trabajando de camarero en Benidorm! (lo de la gente de Los Balcanes con los idiomas es talento puro y duro, lo cual acompleja en cierta forma la tozudez, rigidez y dificultad que tenemos los españoles para tal fin) que nos sirvió viandas típicas del país: sopa de callos, pollo con champiñones (exquiso), patatas fritas con queso syrene fundido y por su puesto de postre…¡yogur!

2 comentarios:

Unknown dijo...

como no pusiste la foto de las viejas zampando??

Chino dijo...

Sin ningún ánimo de befa pongo la foto de las "peregrinas hambrientas", a petición de Pepinha.