viernes, 28 de noviembre de 2008

Primeras visitas, primera fiesta en casa y primera nevada

Hace una semana y media tuve mi primera visita: Jorge, mi bro de Valdebernardo. Fue una visita relámpago de apenas dos días (breve por motivos de curro y otras responsabilidades) pero muy agradecida. La verdad es que a pesar de la premura nos dio tiempo a todo.

La primera noche nos habían invitado a una fiesta en casa de Arnaud un francés que curra en la Embajada de Francia y aunque el evento comenzó de una forma un poco rara (el anfitrión se puso enfermo y se tuvo que ir a otra casa a sufrir en silencio ¡para no tener que cancelar la fiesta!, un grande) por no conocer a casi nadie, poco a poco se fue transformando, gracias princpalmente al alcohol, en una gran fiesta que acabó siendo de las buenas buenas.

Pero lo mejor es que el flash trip también dió de si para que Jorge conociera un poquito este lugar, su historia y su gastronomía. Eso si esta ocasión no fue diferente a a maldición que Jorge y yo tenemos, y es que a pesar de los años y el grado de hermandad que nos une apenas tenemos fotos juntos (algo que también me pasa con Juanito, siguiente comensal en Sofía), así que no hay más remedio que mostrarles la única foto que tengo de Jorge en esta vista: la que sale con Francesco, un itlaiano muy dicharachero, en la terraza del pedazo de duplex de la fiesta.

Tras la visita de Jorge vinieron Juanito y Alicia también a verme la semana pasada. La verdad es que sienta muy bien cuando alguien de fuera viene a verte y tienes la oportunidad de enseñar Sofía como si fueras un habitante más de esta ciudad. Y sobre todo hace una ilusión muy especial enseñarles tu mundo particular, aquel que te has ido construyendo en los últimos dos meses en estas frías y lejanas tierras: los amigos, el bar que más frecuentas, o simplmenente donde haces la compra, donde comes eso que tanto te gusta y otros pequeños sitios que has descubierto por ti mismo y que en cuanto los ves por primera vez ya estás deseando enseñarselo a alguien ajeno a esta ciudad.

Bien, pues ese viernes que estaba Juan aqui organicé una fiestecilla en casa. Sabía que mi casa es un casa grande para una persona pero no sabía su respuesta ante una fiesta, asi que decidí ser prudente en cuanto a la gente que invité (y los acompañantes que éstos podían traer). Gracias a Juan y Ali movimos a la habitación unos mueblecillos que hay en el salón y lo dejamos bastante diáfano y hueco como pueden observar:




Al final todo salió a pedir de boca, en el momento que más gente hubo en casa éramos 30 personas (búlgar@s, italian@s, frances@s, austríc@s, belgas, portugues@s, galleg@s, fuenlabreñ@s...y ¡español@s!) y todos estábamos cómodos y sin estar excesivamente apretados.

Lo peor de todo: no hice ni una puta foto. Se que es una vergüenza pero yo soy de los que prefieren disfrutar el momento en vez de estar todo el rato pendiente de hacer un reportaje fotográfico para luego colgar en el blog (o en el maldito Facebook que afortunadamente no tengo) como queriendo decir "¡(voz de niña pija) oys que fiesta más chachi organicé y mirad cuantos amigos tengoooo!" cuando he de reconocer que, por razones obvias (llevo apenas dos meses en Sofia), mucha de la gente que estaba en mi fiesta era solo la tercera o cuarta vez que los veía, pero en eso consiste la cosa: en ir conociendo a la gente poco a poco. Además como he dicho yo lo quería era pasármelo bien y que la gente estuviera agusto (que para eso era yo el anfitrión) y no quería estar toda la noche esclavizado a la cámara. Otra cosa es que yo tuviera los santos huevos de no hacer ni UNA P... FOTOpa una fiesta que doy en mi propia casa, eso ya si que es vaguería pura y dura, lo reconozco.

Este año no había nevado todavía en Sofía (de hecho dicen que está haciendo el otoño más cálido en 80 años) y el caso es que Alicia se estuvo pasando el jueves y el viernes deseando que nevara el viernes (ellos volvían a Madrid el sábado) para ver Sofia nevado y luego irse. Joder dicho y hecho. El viernes después de la fiesta nos fuimos por ahi a un bar a acabar la juerga y luego a dormir, cuando despertamos la mañana del domingo mi calle estaba asi:


los deseos de Ali se habían cumplido, acojonante.

Visto el panorama, y a pesar que todavía seguía nevando bastante, nos decidimos a dar un paseo por la ciudad y echar unas fotillos (esta vez si). Entre las que hicimos destaco varias como por ejemplo en la que sale Juan (un poco agarrotado por la fresquera) en Estadio Nacional Vasil Levski que es donde juega la selección de fútbol de Bulgaria y es la sede de la Federación Búlgara de Fútbol (el Wembley búlgaro) que se ve desde mi ventana y tengo a 3 minutos de casa (a sus gimnasios interiores es donde voy con Pepa cada martes y jueves a clases de boxeo).



También curiosa la del LADA (típico coche soviético) nevado y alguna otra que son chulas.





El día siguiente, el domingo, hizo muy buen día con toda la nieve todavía casi virgen por la ciudad y el cielo completamente despejado y muy azul, por lo que junto a Pepa y Dani decidimos dar un buen paseo por la ciudad y hacer unas fotillos que espero todos ustedes disfruten.





Como verán las fotos muy bonitas, y los dos primeros días de nieve son infantilmente bellos, pero a partir del lunes la bonita blanca nieve se convirtió en chapapote negro y en enormes planchas de hielo sobre la acera, esto unido a mi atuendo laboral de traje y zapatos convertía el ir al curro en un simpático deporte de riesgo al que creo que voy a tener que irme acostumbrando. Estas fotos las tomé en un barrio más hacia las afueras de Sofia donde está la Embajada China (a la que tuve que ir para sacarme el visado del viaje de navidad).


Queda pendiente mostrarles esta bonita ciudad en la que vivo y que tengo inmortalizada en muchas fotos hechas durante las mañanas de los sábados de otoño (antes de que nevara) en las que con resaca o sin resaca salgo solo a la calle a descubrir los entresijos de esta capital y encontrar bonitas instantáneas que retratar.

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