domingo, 12 de octubre de 2008

Otoño en Bulgaria

El otoño es esa extraña estación entre el verano y el invierno. Es a menudo frecuente el que tras el verano y el final de las vacaciones (para aquellos afortunados que dispongan de ellas en esta época) nuestras vistas estén situadas en el siguiente período festivo: la navidad, olvidándonos de la maravilla que el otoño nos ofrece entre mediados de septiembre y mediados de diciembre.



La época otoñal es en que la vegetación se hace mágica, es quizás el único envento en que la decrepitud (de la flora) se hace fiesta con su gran colorido. La luz que hay en otoño es ciertamente especial, sobre todo por la tarde, a partir de las 16hs., si a esto le unimos la variedad de tonalidades que la naturaleza nos muestra (ocres, granates, amarillos y todavía algún verde) hace que cada vez que se pasea por un bosque sea un momento irrepetible.



Este fin de semana he tenido la suerte de hacer varias excursiones cerca de Sofía que me han hecho incluso mitificar más los colores y las formas de este tiempo del año. Ayer estuvimos en el Monte Vitosha, la majestuosa cumbre que observa imponente la ciudad, paseamos por un río de piedra que se fue formando tras un glaciar que se extiguió ya hace miles de años, luego dimos un buen paseo por los bosques de alrededor, casi sin hablar solo mirando lo árboles (esto también producto de la resaca del viernes que ya contaré en su momento).



Hoy nos hemos ido al Parque Nacional de Stresherki Balkan, muy ceca de la ciudad de Vratsa (a unos 120 kms. Norte de Sofia, en los Balcanes Centrales) y hemos visitado la Cuevas de Ledenika. No he podido hacer fotos porque estaba prohibido, bien es verdad que la mitad de la gente se saltaba la prohibición a la torera, pero no quería ser yo “el guiri garrulo” que se la saltara, pinchado aquí se pueden ver fotos. La cueva tiene infinidad de grandes cámaras con muchísimas estalactitas y estalagmitas de muchas tonalidades tamaños y grosores, así como pequeños rincones y laguitos de agua, ha sido espectacular, lo mejor han sido los pasadizos que había que cruzar para llegar a las cámaras, "no aptos para personas con sobrepeso" por la estrechez de los accesos.

Antes de llegar a Vratsa hemos visto un cartel que anunciaba la existencia de un pequeño monasterio enclavado en un valle y junto a un río, y para allá que hemos ido. No recuerdo el nombre del monasterio porque todavía no domino mucho el alfabeto cirílico y es muy difícil retener las palabras, espero que me ocurra cada vez menos.

Al llegar a las puertas justo salían dos monjes ortodoxos, todo vestido de negro y con "skufia" (el sombrero característico de los monjes cristianos ortodoxos) y según he entendido nos han bendecido tocándonos la frente, aunque vete tú a saber lo que nos han dicho o hecho. Hemos visitado el museo del monasterio, la capilla y los jardines, así como una vivienda en la que si no he entendido mal en algún momento de su vida estuvo viviendo la madre de Iván Vazov, el poeta y dramaturgo más importante de Bulgaria (tiene calles, estatuas y plazas por todo el país).









Tengo pendiente hacer una entrada con el primer fin de semana en Sofia (me-mo-ra-ble) en el que los becarios salientes y los que siguen aquí nos prepararon un gran finde de fiesta, pero como anteayer viernes estuvimos en la recepción del embajador por motivo del Día de la Hispanidad y luego nos fuimos de fiesta con la gente del Cervantes y becarios de educación, y además la semana que viene hay algún conciertillo al que vamos a ir pues ya hago una entrada con toda la movida nocturna, ociosa y social vivida hasta el momento, que de momento no puede ir mejor…